El mandatario ERDOGAN quien en el 2003 llego al poder, venciendo al socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu. Se impuso en la segunda vuelta, gobernará hasta el 2028 y con esto crece el temor por mayor autoritarismo.

El domingo Recep Tayyip Erdogan confirmo su victoria, un resultado  que confirma su permanencia en el poder tras 20 años al mando del pais.

Para erdogan fue una de las elecciones más importantes de los 100 años de historia del país como republica Post-Otomana. Su rival Kiliçdaroglu formó una poderosa coalicion que agrupaba a los antiguos aliados de Erdogan.

La oposición denuncio varias irregularidades, las cuales incluyen agresiones físicas contra algunos observadores electorales en el sureste de TurquÍa. También de numerosos casos de votos a nombre de personas que no estaban presentes en las papeletas, el registro de personas fallecidas como electorales y la entrega de papeletas de votos preselladas.

Durante estos 11 años que Erdogan fue jefe de gobierno, y los 9 que lleva de presidente, su forma de ejercer el poder ha ido haciéndose cada vez más autoritaria y el contenido religioso de sus políticas cada vez más evidente.

 Su papel como único hombre fuerte del país se acrecentó tras el intento de golpe de Estado de 2016 y un año después con una reforma constitucional que transformó Turquía en una sistema presidencialista y dio a Erdogan enormes poderes ejecutivos.

Paralelamente, fue rompiendo con muchos de quienes le acompañaron en su llegada al poder y rodeándose de un equipo nuevo, más joven y más adulador.

 

En los últimos dos años, la tendencia de Erdogan a regir en solitario y decidir todo se ha notado en la economía, imponiendo una política de reducir los tipos de interés para fomentar el gasto, la producción y el empleo, algo que ha contribuido a que la inflación se haya desbocado.

Ahora, con la lira en mínimos históricos frente al dólar y el euro, el desempleo en el 22,5 % y la inflación en el 45 % (aunque economistas independientes la sitúan en más del doble), Erdogan recurre a inauguraciones de infraestructuras y presentaciones de armamento diseñado y fabricado localmente para convencer a la empobrecida clase media turca del poderío económico del país.

Su última gran prueba ha sido el terremoto que el pasado febrero dejó más de 50.000 muertos en el sureste del país, que suscitó críticas a la mala gestión del socorro a las víctimas y las denuncias de la corrupción urbanística que ha permitido levantar miles de edificios sin licencia.