Durante los últimos años, América Latina ha experimentado un giro político notable. La derecha, antes marginada por los movimientos progresistas que dominaron la región durante la primera década del siglo XXI, ha logrado recuperar terreno, conquistar el poder en varios países y, sobre todo, ganarse el respaldo de amplios sectores juveniles. Este artículo busca analizar las razones detrás de este fenómeno, su potencia discursiva, los casos más representativos y el papel crucial que juegan las juventudes en este nuevo mapa político.


La narrativa de la derecha: una potencia discursiva en expansión

Para comprender el auge de la derecha en América Latina, es indispensable analizar su discurso. A diferencia de los mensajes técnicos o racionales que suelen caracterizar a los proyectos progresistas, la derecha ha desarrollado una narrativa simple, emocional y cargada de simbolismo. En sus discursos predominan promesas de orden, estabilidad económica y valores tradicionales, acompañadas de un enemigo común al que culpar por todos los males sociales.

Esta retórica apela directamente a las emociones humanas más básicas: miedo, frustración, enojo y deseo de seguridad. A través de mensajes breves y contundentes, las derechas logran conectar con sectores populares cansados de la corrupción, la inseguridad y la falta de oportunidades.

El caso de Javier Milei: “la casta” como enemigo nacional

Un ejemplo claro de este tipo de narrativa lo representa el actual presidente de Argentina, Javier Milei, quien en las elecciones de 2023 estructuró su campaña alrededor de una idea central: la lucha contra “la casta política”. Según Milei, esta élite de políticos tradicionales era la responsable directa de la inflación, la pobreza y el estancamiento del país.

El discurso logró un profundo impacto emocional, especialmente entre los jóvenes desencantados con la política tradicional. El resultado fue contundente: Milei ganó con casi el 56% de los votos, según datos de la Cámara Nacional Electoral (CNE). Este triunfo no fue un hecho aislado, sino parte de una tendencia regional.

Más que simples palabras, estos mensajes actúan como moldeadores de identidad colectiva. La derecha no solo ofrece soluciones, sino también un sentido de pertenencia: promete una causa común y una “batalla cultural” por recuperar valores supuestamente perdidos. En ese terreno simbólico, la derecha ha demostrado una enorme potencia discursiva que redefine las emociones políticas del continente.


El crecimiento electoral de la derecha en América Latina

El ascenso de la derecha no es solo un fenómeno mediático o discursivo. Se trata de una realidad política tangible, respaldada por resultados electorales recientes en distintos países de la región.

Ecuador: Daniel Noboa y el discurso del progreso económico

En Ecuador, el empresario Daniel Noboa ganó las elecciones presidenciales de 2023 con cerca del 52% de los votos frente a la candidata correísta Luisa González. Su perfil joven, su defensa del libre mercado y su discurso de eficiencia empresarial lo posicionaron como un referente del nuevo liderazgo conservador. En 2025, Noboa consiguió la reelección con casi el 56% de los votos, consolidando un proyecto de derecha moderada pero con rasgos autoritarios.

El Salvador: Bukele y la “mano dura” como política de Estado

En El Salvador, Nayib Bukele rompió el bipartidismo histórico y ascendió al poder en 2019 con más del 53% de los votos, según el Tribunal Supremo Electoral. En 2024, fue reelegido con un impresionante 82.6% de apoyo popular, convirtiéndose en uno de los presidentes más votados en la historia del país.

Bukele ha construido su legitimidad a través del “Plan Control Territorial”, una estrategia de seguridad que combina militarización con la narrativa de “orden y limpieza social”. Aunque su modelo ha sido ampliamente criticado por violaciones a los derechos humanos, goza de enorme popularidad, especialmente entre los jóvenes que ven en él una respuesta efectiva al crimen organizado.


Las juventudes y la derecha: un giro inesperado

Tradicionalmente, la juventud latinoamericana ha sido asociada con movimientos progresistas, feministas y de izquierda. Sin embargo, en los últimos años, una parte significativa de las y los jóvenes se ha inclinado hacia posturas más conservadoras, autoritarias o de extrema derecha.

El voto joven a favor de Milei y Noboa

En Argentina, estudios del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) revelan que el 64% de los jóvenes entre 16 y 29 años respaldó la candidatura de Javier Milei. En Ecuador, el Consejo Nacional Electoral (CNE) registró que Daniel Noboa obtuvo alrededor del 60% del voto juvenil entre los 18 y 30 años.

Este cambio generacional resulta sorprendente y preocupante. Las juventudes, que antes encabezaban luchas por la igualdad, la memoria y los derechos humanos, hoy parecen atraídas por discursos que exaltan la autoridad, la eficiencia empresarial y la promesa del éxito individual.

¿Por qué los jóvenes se identifican con la derecha?

Hay varias razones detrás de este viraje ideológico. Primero, la desconfianza generalizada hacia los partidos tradicionales y los gobiernos progresistas que no lograron cumplir sus promesas de justicia social. Segundo, la influencia de las redes sociales, donde los discursos de derecha se difunden mediante formatos ágiles, humorísticos y virales, especialmente en plataformas como TikTok o YouTube.

Finalmente, según el Latinobarómetro 2021, el 41% de los jóvenes latinoamericanos considera que un “líder fuerte” que no dependa del Congreso es una mejor forma de gobierno. Esta preferencia por el liderazgo autoritario refleja un cansancio con la democracia representativa y una búsqueda de resultados inmediatos, sin importar los costos institucionales.


La nostalgia autoritaria y sus riesgos para la democracia

El auge de la derecha también ha reactivado una peligrosa nostalgia por el orden autoritario, disfrazada de eficiencia y modernidad. Gobiernos como los de Pinochet en Chile (1973-1990) o Videla en Argentina (1976-1981) dejaron miles de víctimas y profundas heridas sociales. Sin embargo, sectores de la nueva derecha buscan reescribir esa historia, presentando aquellas dictaduras como ejemplos de estabilidad y crecimiento económico.

Este revisionismo histórico representa una amenaza directa para las democracias latinoamericanas. Al promover el autoritarismo como solución a la inseguridad o la corrupción, se debilitan los valores de la participación ciudadana, los derechos humanos y el pluralismo político.


Un desafío para el progresismo latinoamericano

El avance de la derecha plantea un enorme reto a los movimientos progresistas y democráticos del continente. La izquierda ya no puede confiar únicamente en su legado histórico o en su discurso moral. Necesita reconectar con las emociones sociales, especialmente con las juventudes, y ofrecer alternativas creíbles frente al desencanto.

Las nuevas generaciones no solo buscan justicia o igualdad, sino también seguridad, estabilidad y esperanza. Si la izquierda no logra responder a esas demandas con propuestas realistas y lenguaje cercano, la derecha seguirá capitalizando el malestar y el miedo colectivo.